A veces no somos conscientes de la riqueza artística que atesora nuestro monasterio, seguramente porque estamos tan acostumbrados al contacto casi diario con estos tesoros que, precisamente por ello, muchas veces pasan desapercibidos. Pero en varias ocasiones he comprobado (y eso me entristece bastante) que nuestros alumnos desconocen qué se esconde en el interior del cenobio guadalupense. El pasado martes tuvimos la oportunidad de realizar esta visita. Guiados por Chechu Cárdenas, comenzamos admirando los enormes cuadros del Claustro Mudéjar, pintados por fray Juan de Santa María entre 1621 y 1623, deteniéndonos en el que representa al pastor Gil Cordero en el momento en que se le aparece la Virgen. A continuación entramos en el "Museo de Bordados", antiguo refectorio de los monjes jerónimos, donde pudimos examinar con detalle la inigualable maestría de estos monjes bordadores. Nos detuvimos especialmente ante los frontales "Rico" y "De la Pasión". Saliendo del museo de bordados, Chechu nos mostró la "Fuente del Lavatorium", donde destaca la taza fundida por Juan Francés en 1402, y que era utilizada por los propios monjes para asearse antes de acceder al refectorio. Después entramos en la misteriosa penumbra del museo de Libros Miniados. Hablamos de canto gregoriano, de pentagramas y tetragramas, de pergaminos realizados a partir de la piel de terneros, de libros que tienen ruedas, del facistol... Supimos que algunos de esos libros pesan casi ¡sesenta kilos! y disfrutamos del "Libro de Horas del Prior". La siguiente parada fue en el "Museo de Pintura y Escultura". Vimos el Cristo Yacente, escultura del siglo XV, atribuido a Egas Cueman y que como todos sabéis recorre las calles de Guadalupe en la procesión del Viernes Santo.
También admiramos los cuadros de Goya y del Greco, así como el magnífico "Cristo Crucificado", escultura en marfil, atribuida a Miguel Ángel. De camino al coro, nos detuvimos en el sepulcro de Gonzalo de Illescas, sexto prior jerónimo del monasterio. Subiendo por la escalera plateresca, llegamos al coro, donde admiramos la sillería barroca de Alejandro Carnicero. A continuación bajamos a la Sacristía, y comprobamos como el Padre Gonzalo de Illescas, pintado por Zurbarán, no se fiaba de nosotros y nos seguía con su mirada por toda la sala.
Antes de subir al Camarín de la Virgen, entramos en el Relicario, apreciando las maravillas de la orfebrería guadalupense, sobre todo en la "Arqueta de los Esmaltes". En el camarín, fray Jesús del Espino, nos mostró los cuadros de Lucas Jordán, (y su autorretrato en el cuadro de "Los Desposorios"), y las ocho mujeres fuertes (la atención de todos se dirigió hacia Judith y la cabeza de Holofernes), para terminar ante Santa María de Guadalupe.
Para finalizar la visita, subimos a la Biblioteca del Monasterio. Allí, el padre Antonio Arévalo nos mostró algunas de las joyas que atesora, entre las cuales merece la pena destacar las partidas de bautismo de los dos primeros indios que trajo Cristóbal Colón tras descubrir América, el "Libro de joyas de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe", escrito por fray Cosme de Barcelona , un "Dioscórides", sobre distintos tipos de plantas medicinales y otras mortíferas impreso en 1555 y " Theatro del Mundo y del Tiempo", de Giovanni Paolo Galluccio sobre astronomía, astrología y cosmografía, impreso en 1606 y con ilustraciones móviles.
Agradecer a fray Sebastián Ruiz, guardián del monasterio, a fray Antonio Arévalo, párroco y bibliotecario, a fray Jesús del Espino, a Antonio Ramino y a Chechu Cárdenas el interés y la amabilidad con la que nos han obsequiado en esta visita. Tenéis algunas fotos en la Galería Fotográfica.